Mi estancia en Miami : El primer día

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Lo único que sabía esta ciudad era que dejaba mi corazón en Colombia, en Barranquilla con mi familia y amigos. De eso ya han pasado casi 6 meses y vaya recibimiento que tuve de la llamada capital del sol. Se los digo, porque apenas me baje del avión, me pregunte a mi mismo si estaba en lugar equivocado, era de tarde y hacía como 8 o 9 grados centígrados. Me imagino cómo se debieron haber sentido los que venían conmigo en el avión y que traían pinta de ir a la playa.

Era tanto el frio que sentía que no pude evitar pensar, que Bogotá, con todo y lo que esta 2600 metros más cerca de las estrellas, hacía más calor. Por ello no hubo necesidad de pensar más y enseguida saque uno de los dos sacos que había traído en mi maleta. Justo allí, me reí porque me acordé de que los sacos los había echado a regañadientes, y eso porque recién el día anterior había visto en la Internet que la temperatura media de Miami estaba en 15 grados. En fin, ya un poco más abrigado hice el proceso de inmigración, el cual se por cierto y doy gracias que haya sido así, fue muy sencillo.

Estando en esa fila, me encontré absorto al darme cuenta de que estaba rodeado con gente de tantas nacionalidades, de tantos idiomas, de vestimentas variadas y hasta divertidas. Fue allí donde me cuenta de que no estaba más en la comodidad de mi hispano parlante casa.

La parte realmente difícil no fue la espera en el proceso de inmigración, sino más bien esperar a un amigo quien me iba a recoger 5 horas después de mi llegada en el aeropuerto. Con dos maletas y un moral en la mano, empezó así mi recorrido en Miami. Sin una sola moneda de 25 centavos de dólar en bolsillo, para poder hacer una llamada e incapaz de poder a conectarme al wireless del aeropuerto porque era público pero no gratis, estas 5 horas se me hicieron eternas, muy eternas.

Así era la vida, había salido 7:50 am de Barranquilla, llegado a Bogotá a las 9:00, porque hubo escala en Bogotá, si los vuelos con escalas generalmente los más baratos, y finalmente en Miami a las 14:30, para tener que esperar hasta las 19:40 para poder salir de aeropuerto. Con todo y que camine por el aeropuerto, leí por un rato un libro de idiomas que había traído, no pude evitar mirar constantemente al reloj, así que podrán lo eterno que ese me hizo la espera y yo en lo único que pensaba era en salir de allí.

Una vez afuera en la calle y camino a mi nueva casa, me deje deslumbrar por la infraestructura, los puentes, los carros que pasaban por el costado. Dentro en el carro, no dejaba insistentemente de señalar con el dedo todo aquello que era nuevo para mí, y es que me estaba perplejo por la infraestructura de la ciudad


Finalmente, ya en casa, pude dar señales de vida a familia de que me encontraba bien y de lo impresionado que me encontraba por conocer Miami. Y de que curiosamente, la mejor inversión que había hecho era haber traído conmigo dos chaquetas para el frío a la llamada capital el sol.